Superar una separación o divorcio

La ruptura de una relación de pareja es una experiencia muy dolorosa. Según la Escala del estrés de Holmes y Rahe, elaborada en 1967, el divorcio ocupa una segunda posición dentro de los 47 sucesos estresantes que puede llevan a una persona a enfermar.

Aunque muchas veces los dos miembros de la pareja perciben que la relación no funciona, siempre hay una quien da el primer paso. La persona que decide romper la relación, en muchas ocasiones, lleva un largo tiempo meditándolo en silencio, y aunque a la hora de anunciar la noticia pueda parecer más templado, también experimenta sufrimiento y angustia. En ambos casos habrá que pasar por un duelo, ya que es una etapa que finaliza.

Las circunstancias que desencadenan en una ruptura pueden ser distintas pero el proceso tiene unas fases marcadas que suelen experimentar la mayoría de personas que se encuentran en dicha situación.

La primera etapa es la de Shock, cuando la persona recibe la noticia por parte de su pareja probablemente no se lo pueda creer, se sienta desconcertad@ y note como un vacío interno. En palabras de quien lo ha sufrido “Como si despertara de un sueño”.

En estos momentos uno se pregunta ¿Por qué me ha tenido que pasar a mí?; ¿Qué ha sucedido?; ¿Cuándo se terminó todo?; ¿Realmente me amó nunca? La mente necesita encontrar respuestas.

Se manifiestan problemas para dormir, para comer, para concentrarse. La persona se siente desolada y muy baja de energía, con ganas de llorar a cada momento.

Aparece la etapa de la tristeza cuando uno empieza a ver que las expectativas que había con la pareja se desvanecen, todos los proyectos compartidos, lo construido al lado de esa persona, la idea de “envejecer juntos”, el futuro imaginado a su lado. También puede aparecer la irritabilidad y el miedo a no encontrar a otra persona con quien compartir la vida.

La tristeza deja paso a la ira pues, la rabia ante lo injusto hace que queramos encontrar el culpable de la situación. Uno se pregunta los motivos por los cuáles se ha llegado a tal situación. “Si hubiera…”; “Si no le hubiera…”, “Si no fuese por estos amigos/trabajo/familia…”

Después de la ira, llega el momento de decir adiós y de aceptar que la relación de pareja ha llegado a su fin. Tomar distancia y sacarse la fantasía de la cabeza de que la otra persona regresará. Ya no se desea forzar el vínculo.

La etapa de reconstrucción es cuando uno se centra en sí mismo y toma un papel activo para vivir la propia vida, confiar de nuevo en las propias capacidades, para llegar a sentirse en paz.

Finalmente entramos en la etapa de resolución, que se caracteriza por hacer las paces con el sufrimiento. Es el momento de dejar atrás el pasado. La persona sabe que es protagonista de su vida y que su felicidad no depende de tener pareja sentimental o no. La vida vuelve a tener sentido.

Aunque parezca que es imposible que el sufrimiento y agotamiento emocional que se experimenta durante las diferentes etapas pueda terminar, llega un momento en que se recuerda como algo lejano en el tiempo.

Esta situación es una gran oportunidad de aprendizaje y te permite crecer como persona.

Una vez superado el duelo, puedes enfocarte en el futuro para reflexionar acerca del tipo de pareja que te gustaría construir y qué pareja quieres llegar a ser. También es importante tomar consciencia de los motivos que te llevan a elegir una pareja determinada, para no caer en los mimos errores del pasado.

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Nuria Cusiné